Mañana es el día de esa Moción de Censura que muchos nos han intentado vender como inútil, pero que por el revuelo que llevan formando los distintos medios desde que la pidió Vox, parece todo lo contrario.
Pese a que personas mucho más cualificadas que yo han expuesto públicamente su análisis previo, me voy a atrever a hacer el mío. De entrada, quisiera decir que, para mí, Ramón Tamames, pese a ser el candidato propuesto, ni mucho menos es el protagonista, es un político de izquierdas de la Transición que ha aceptado la propuesta de Abascal a sabiendas de que va a rodar la última “película” que protagonizará en su vida. No obstante, pese a que muchas de las cosas que va a decir no nos van a gustar a la España que no somos de izquierdas, sí que va a dejar claro que la izquierda a la que él pertenecía nada tiene que ver con la de ahora, que ellos hicieron posible la Transición, y que con la izquierda actual, ese tránsito del franquismo a la democracia hubiese sido imposible.
Mañana, el que realmente tiene la posibilidad de erigirse como el verdadero líder de la oposición, es claramente, Santiago Abascal, quien va a disponer de una oportunidad única para decirle las “verdades del barquero” a todos los presentes en el Congreso y a todos los españoles. Quienes desde la “izquierda azul” y sus medios, se han hartado de decir que no está justificada esta iniciativa o quienes nos dicen que es inoportuna y hasta que va a servir para dar oxigeno a Sánchez, parece evidente que solo sirven a un partido y no a España, pues hay motivos sobrados para intentarlo, si no puedes ganar, por lo menos que todo el mundo se entere de la crítica situación en la nos encontramos.
En una decisión de gran falta de respeto, Feijóo, ni siquiera va a acudir y su portavoz, veremos lo que dice, porque lo tiene muy crudo. Si se dedica a atacar a Abascal y a Vox, si se decide a hacer un “Casado” corre el riesgo de que le pase lo que a él, si solo se dedica a decir lo malo que es este Gobierno, lo tiene muy difícil para justificar que no va a votar para censurarle, ya veremos qué instrucciones le ha dado Feijóo. Y es que un partido que hace mucho que renunció a dar la batalla cultural a la izquierda, a la que no solo no rebate sus ideas, sino que además las está asumiendo, está condenado a moverse en la indefinición, defraudando y traicionando constantemente a esa derecha social que se suponía que representaba. El día en el que el PP empezó a abandonar los valores y los principios que se suponía llevaba grabados en su ADN y esas banderas abandonadas las recogió y las hizo suyas Vox, ese mismo día cambió para siempre la política española.