La delirante rueda de prensa del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en Doha, ha dejado literalmente “pasmado” no solo al mundo del futbol, sino a todo occidente y a todas esas personas que tienen la desgracia de vivir en países donde no existe la libertad.
Infantino, preside una organización, la FIFA, con un amplio curriculum de corrupción y que este tipo defienda a la teocracia medieval qatarí afirmando que se están haciendo progresos en DDHH, es un insulto a la inteligencia. La libertad y los DDHH en Qatar son una quimera embadurnada de petrodólares.
Intentando blanquear un régimen “inblanqueable”, ha manifestado que se siente gay y mujer, entre otras cosas, obviando que un qatarí de a pie tiene prohibido ser gay y mucho menos decirlo, pues si lo hace, todo el peso de la terrorífica ley de ese emirato caería sobre él, y que decir de las pobres qataríes, unas mujeres que tienen menos derechos que los animales de compañía; pero eso sí, afirmó que “todo aquel que venga a Qatar será bienvenido independientemente de su religión, raza, orientación sexual o creencia.
Como broche a su comparecencia nos dijo que, Qatar se preocupa de los trabajadores inmigrantes, cuando en realidad, las obras necesarias para que este mundial se celebrase, se han hecho tan rápido, que miles de trabajadores han muerto como consecuencia de las malas condiciones de trabajo. Según él «los europeos deberían disculparse antes de dar lecciones morales».
Mi conclusión es clara, en Qatar jamás se debería haber celebrado un Mundial de Fútbol, simplemente, por no reunir las condiciones mínimas necesarias de civilización, libertad y respeto a los DDHH.