Para Sánchez, saltarse la Constitución se ha convertido ya en una costumbre demasiado habitual. Tomar la decisión de dirigirse a los españoles para anunciar la convocatoria de elecciones generales para el 23 de julio reconociendo que aún no se había reunido el Consejo de Ministros y que por lo tanto no se lo había comunicado a la totalidad de los miembros de su Gobierno, es una ilegalidad flagrante, pues se ha saltado el Artículo 115 de la Constitución Española, que exige que la disolución de las Cortes para la convocatoria de elecciones generales se haga «previa deliberación del Consejo de Ministros». Pero Sánchez cree que su voluntad está por encima de la legalidad.
Siendo positivos, debemos pensar, de que el hecho de que se acorte esta legislatura seis meses es muy beneficioso para España y para los españoles, ya que nos ahorraremos un periodo en el que, esta banda de sectarios descerebrados, podrían seguir demoliendo el régimen democrático y constitucional que nos dimos en la Transición.
Pese a que la fecha elegida es nefasta, ya que ningún auténtico demócrata busca la poca participación y en esas fechas muchos españoles están de vacaciones, y por tanto son muchos los que, al estar desplazados de sus lugares de origen, no acudirán a votar. Es muy posible que Sánchez busque precisamente aprovecharse de la abstención y del voto por correo, y eso sólo unos días después del escándalo de compra ilegal de votos en el que se ha visto implicado su propio partido.
Sánchez es un mentiroso y un tramposo, condenado por saltarse la Constitución. Si hasta en unas elecciones internas del PSOE en 2016 quedó demostrado que intentó el pucherazo. Lo extraño es que en ese momento el PSOE no lo expulsara del partido a perpetuidad.
Esa mayoría de españoles que estamos hartos de este infame presidente y de su banda, que no gobierno, debemos ir a votar masivamente y enviarle a que forme parte de lo más negro de nuestra Historia. Por nuestro futuro y el de nuestros descendientes vale la pena perder algún día de vacaciones.