La convocatoria de elecciones generales por parte de Pedro Sánchez para el 23-J está muy bien pensada y lo hace para poner en un aprieto al Partido Popular, conocedor de sus complejos y sus miedos.
El resultado obtenido ayer por el PSOE y por toda la izquierda es de auténtica debacle, pero solo si Feijóo y Abascal son capaces de conformar gobiernos de coalición y llegar a acuerdos solidos y satisfactorios para ambas formaciones en los ayuntamientos y en las distintas CCAA. Y el tema no está nada claro, pues escuchando ayer, por ejemplo, a García Margallo hablar de las líneas rojas de su partido, por otra parte, totalmente incompatibles con las de Vox, nos damos cuenta de la dificultad que entraña esa negociación.
No podemos olvidar, que el gran tesoro de Vox es el hecho de que defiende lo mismo desde que se fundó y que lo defiende en toda España por igual. Mientras lo siga haciendo, seguirá creciendo, pero si defrauda a su electorado una sola vez, ….. Por ello, si el PP se ha sumado a muchos postulados ideológicos de la izquierda, no puede pretender que Vox trague con eso.
Sánchez sabe que a Feijóo se le va a pasar por la cabeza que, si cede con Vox en algunas cosas, la izquierda en la campaña de las generales les va a crucificar por pactar con esos que ellos llaman “la ultraderecha” y que por ello, le pretende meter toda la presión al líder del PP.
Por otra parte, con la repentina decisión de Sánchez, todos los grupos comunistas situados a la izquierda del PSOE quedan totalmente descolocados y sin capacidad de reacción, por lo que pretende que se aglutinen en torno al aún inexistente Sumar y a su delfina Yolanda Díaz.