Si reprobable y delictivo fue el comportamiento de Mónica Oltra al tratar de tapar el grave delito cometido por su marido, el de abusar sexualmente de una menor tutelada, lo perpetrado por su partido, Compromís, celebrando un acto denominado de “reafirmación política” para mostrar su firme apoyo a su líder, Mónica Oltra, deja de manifiesto lo que ya sabíamos, que todos los partidos de la ultraizquierda nacionalista son firmes seguidores del delito. Ver a Oltra, a Baldoví o a Ribó, bailando fingiendo alegría conociendo la causa, nos revolvió el estómago a todos los españoles de bien.
El feminismo de Compromís, ese del yo si te creo, se niega a creer la demostrada acusación de esa muchacha a la que arruinó su vida alguien que se sabía protegido por el poder político de una esposa titular de la Consejería que teóricamente tenía la obligación de proteger a la víctima. Todo, una gran indignidad.
Las subordinadas de Oltra, siguiendo sus órdenes, presionaron y maltrataron a la víctima, hasta el punto de llevarla esposada al juicio ante el estupor de la jueza. Y ante todo esto, las analfabetas del Ministerio de Igual dá, han guardado un culpable silencio. En este caso, al feminismo y a la izquierda que lo defienden, se les ha caído la careta.
Y qué decir, del presidente valenciano, Ximo Puig, quien está haciendo desde hace ya mucho tiempo, equilibrios para mantenerse en el poder. No la apoya, pero tampoco la cesa, ya que si la cesa Compromís le retira su apoyo y él pierde el poder. Puig juega con fuego y en las próximas elecciones se quemará.