Uno de los vínculos más fuertes que tiene el pueblo español es su lengua común, el español y por eso, los separatistas, con sus cómplices de la ultraizquierda, lo tratan de arrinconar para así romper con el principal vínculo que nos une a los españoles.
Los que odian a España quieren acabar con el español como lengua nacional y así romper uno de nuestros vínculos más fuertes, el que nos permite entendernos entre todos al hablar y al escribir en cualquier región de España.
El Congreso de los Diputados acaba de ser el escenario elegido por el separatismo para dar un paso más en su agenda para acabar con el español como idioma común. Los partidos separatistas, apoyados por la extrema izquierda, presentaron una propuesta de reforma del reglamento del Congreso para permitir el uso de las lenguas regionales en los plenos y en las comisiones de la Cámara Baja, incluyendo la traducción de todos los escritos y la creación de un servicio de traducción simultánea a todas las lenguas regionales. El separatismo y la extrema izquierda sólo piensan en nuevas formas de despilfarrar el dinero de nuestros impuestos, creando problemas donde no los hay, con el único fin de sembrar la discordia entre los españoles y debilitar más y más la unidad de España. Y lo hacen, cuando la mayoría de los españoles luchamos por salir de una grave crisis económica provocada por la pésima gestión del gobierno de Sánchez.
Lo más indignante es que esos mismos que piden traducciones en el Congreso, son los que en Cataluña apoyan desterrar el español de las escuelas, pisoteando el derecho de las familias a escolarizar a sus hijos en español en una parte de España. Son los mismos que apoyan las multas lingüísticas a comerciantes por rotular en español, multas que se siguen imponiendo con su apoyo en la actualidad. Son los mismos que desprecian a todo aquel que se atreve a usar el español en los parlamentos autonómicos de algunas comunidades bilingües, olvidándose allí del pluralismo lingüístico que exigen en el Congreso. Son los mismos, en fin, que buscan desterrar el español de una parte de España, pasando por encima de los millones de españoles que lo hablan en aquellas regiones donde el hecho de hablar en español es motivo de discriminación a manos del separatismo y de sus cómplices.
La iniciativa de los separatistas y de la ultraizquierda fue tumbada con los votos del PSOE, el PP, Vox y Ciudadanos. Extraño lo del PSOE, que apoya a imposición lingüística del catalán en tres comunidades, y lo del PP, que no tiene reparos a discriminar el uso del español en Galicia.