La sesión plenaria del Congreso de los Diputados de ayer fue absolutamente patética. En la bancada azul del Gobierno, solas, las dos ministras más descerebradas, Irene Montero e Ione Belarra, aguantando todo lo que proferían contra ellas o contra el Gobierno al que pertenecen, aunque no lo pareciese, la mayoría de los intervinientes. Los ministros socialistas y Yolanda Díaz abandonaron a Montero y a Belarra en el debate de la reforma de la ley del solo sí es sí.
Aunque nuestro Gobierno se autodefina como el más feminista de la historia, la realidad es muy distinta, pues es el Gobierno que más daño le está haciendo a las mujeres españolas. A fecha de ayer, ya se habían producido 721 rebajas de condena y 74 excarcelaciones de depredadores sexuales como consecuencia de la decisión de Sánchez de permitir que indocumentadas descerebradas comunistas redacten leyes y dar el visto bueno.
Lo que no puedo entender es que, cuando ni siquiera Sánchez votó la modificación de la ley que proponía su partido, una modificación que no va a parar la rebaja de condenas ni las excarcelaciones, y que solo servirá para los que cometan esos delitos una vez que esa modificación sea publicada en el BOE, el Partido Popular le dé su voto al PSOE y salve así a nuestro infame presidente, cuando lo razonable era haber exigido la derogación de la ley. Ante esa situación, Vox hizo lo único que podía hacer, abstenerse, pues ante la no entendible actitud del PP, sus votos no eran decisivos para nada. El PSOE salvó la tesitura con sus votos, los del PNV y los del PP, vaya trío.
Mientras que todo el que agreda sexualmente a una mujer no reciba una dura pena, y mientras que toda mujer que denuncie en falso a un hombre no reciba una dura pena, no habrá justicia ni solución al problema.
Y lo de ayer fue la antesala de lo de hoy, de esas manifestaciones del feminismo hembrista convocadas por el partido de los puteros y por el partido de los suelta violadores. Hoy los hombres que buscan una pareja en condiciones, para intentar llevar a cabo un proyecto de vida en común, tienen una oportunidad única, solo tienen que irse a uno de los puntos de su ciudad más alejados de las manifestaciones, pues por probabilidades, al estar las más descerebradas odiadoras aullando en las manifestaciones, tienen muchas más probabilidades de conocer a una mujer normal, de esas que creen que el hombre y la mujer no son enemigos, que se complementan.