Hoy voy a dar mi opinión
sobre la inmigración en todas sus versiones, la legal, la ilegal y la acogida
de refugiados. Hablamos de un asunto, en el que muy pocos se atreven a decir lo
que realmente piensan, pues lo políticamente correcto es dictadura en este
tema.

En lo referente a la
inmigración ilegal soy absolutamente contrario a que se permita la entrada en
nuestro territorio nacional a todo aquel que lo haga “a las bravas” y alucino
con lo que ocurrió ayer en Ceuta, algo que ya ha ocurrido cientos de veces, y
que solo demuestra que no se ponen los medios necesarios para impedirlo.

Si todo el que pretende
entrar ilegalmente en nuestro territorio, tuviera la certeza de que no se le va
a permitir y que los daños físicos que sufra en el intento son solo de su
responsabilidad, seguro que se lo pensarían dos veces antes de intentarlo.

No ponemos en nuestras
fronteras del sur, los necesarios medios humanos ni materiales, para impedir la
entrada de ilegales, y ponemos en peligro la integridad física de nuestros
policías y guardias civiles. Es de vergüenza, los nuestros pueden resultar
heridos, es como si formara parte de su trabajo, en cambio, si el herido es el
ilegal, “no respetamos los derechos humanos”.

En lo referente a la
inmigración legal, soy partidario de solo permitir la entrada de personas que
procedan de una cultura similar a la nuestra, algo que facilitará su inmediata
integración, y por supuesto, personas que nos aporten algo, pues en este país,
desgraciadamente hay mucho trabajador sin formación y mucho desempleado.

En lo referente a los
refugiados, siempre he mantenido, que es más justo y mucho más barato para
occidente, que mediante intervención militar elimine el problema que les obliga
a salir huyendo de sus países, que acogerles, pues esa decisión puede
comprometer el futuro de nuestra sociedad.

Evidentemente, eso que opino
no se cumple, y nos encontramos con cientos de miles de personas que ni se
integran ni quieren integrarse, que exigen se les preste los servicios básicos,
que jamás trabajaran y que copan las ayudas sociales en detrimento de nuestros
hijos, además de vivir en guetos donde no se respetan nuestras leyes, y lo más
importante, que pretenden que seamos nosotros los que nos adaptemos a sus costumbres.
Alguien, algún día tendrá que explicar el “pacto de silencio” por el que se
oculta a los europeos las atrocidades y los desmanes que cometen los acogidos.

En el fondo, la mayoría de
ellos, pretenden destruir nuestra sociedad, esa sociedad democrática donde
imperan la libertad y la igualdad, la sociedad de los derechos y las libertades,
lo contrario de lo que proclama su cultura.

En Europa nos queda cada vez
menos tiempo para reaccionar, y me refiero a reaccionar políticamente, si esto
no sucede pronto la única solución solo podrá llegar por métodos violentos,
algo que se sabe pero que nadie se atreve a reconocer en público.

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