La izquierda radical y los
nacionalistas, no pierden oportunidad para perjudicarnos. Ahora se han apuntado
a la llamada “turismofobia”, que es simplemente, incordiar a los turistas para
conseguir que no vuelvan. En esta práctica han visto un filón, pues el turismo
es muy importante en la economía española. Ayer mismo, en Barcelona, Gerona,
Bilbao y Palma de Mallorca, se atentó contra turistas y empresas del sector.
Lo curioso de todo esto, es
que los ayuntamientos controlados por la escoria, en vez de ir contra los
intolerantes que atacan el turismo, se dedican a tomar medidas que atacan
directamente al sector y que restringen su oferta.
Parece evidente, que Cataluña
se está “batasunizando”, Arran y Endavant, organizaciones de las CUP, campan a
sus anchas, y hasta ahora, disfrutan de una total impunidad para cometer sus
fechorías. Esto pinta a que va a ir a más, pues mientras esto ocurre, el Estado
de Derecho, como en casi todo, sigue paralizado, parece que la Ley de Partidos
está de adorno.
Es tal el odio que destilan,
separatistas y ultraizquierdistas, que parecen dispuestos a cargarse la
principal industria de este país y de sus comunidades, con tal de hacerle daño
a nuestra nación, a la economía española. Como siempre, el problema está en
Cataluña y en el País Vasco, además de en esas Islas Baleares que ya tiene
dentro el letal Caballo de Troya del catalanismo.
Alguien les debería explicar
a todos esos trabajadores que viven gracias al turismo, que son muchos, de las
consecuencias que puede tener para ellos, una caída en las visitas de turistas
a nuestro país. Si la turismofobia se
incrementa, aumentará el paro y nuestra economía lo sufrirá.
Una cosa es replantearse el
modelo turístico, y tratar de mejorarlo, y otra, que manadas de descerebrados
extremistas cometan actos ilegales y que nadie se atreva a meterles mano.
Siempre lo he dicho, en
nuestro sistema democrático no pueden tener cabida partidos cuyo único fin es
destruir a nuestra sociedad, a nuestra nación, a España.