La Cumbre de Madrid organizada por el líder de Vox, Santiago Abascal, ha finalizado con la firma de un acuerdo entre los partidos conservadores europeos que han asistido y en el que señalan a Rusia como responsable del conflicto que está teniendo lugar en Ucrania.
A pesar de la distancia que separa a los líderes reunidos este sábado en Madrid a la hora de valorar la política rusa, Abascal ha conseguido que, tanto Orban, como Le Pen, como Morawiecki, afirmen por escrito que «las acciones militares de Rusia en la frontera oriental de Europa nos han conducido al borde de una guerra”.
El documento suscrito también critica la forma de actuar de la UE frente al conflicto y su ineficacia diplomática, reclamando «trabajar para garantizar que las naciones de Europa actúen solidariamente ante la amenaza de agresiones externas», además de pedir «solidaridad, determinación y cooperación en materia de defensa entre las naciones de Europa» como algo «necesario ante tales amenazas», en referencia a Rusia.
Pese a las etiquetas que de inmediato le han puesto a esta cumbre desde medios de izquierdas y de derechas pro PP, lo cierto es que, en esta cumbre, estaba representada la otra Europa, la Europa de la soberanía de las Naciones, la Europa que reivindica sus raíces cristianas y sus tradiciones, la Europa que pretende impedir la invasión que le llega del sur, la Europa de la autosuficiencia energética, la Europa que quiere hacer cumplir el principio de preferencia comunitaria, esa que dice que “Las mercancías producidas en los Estados miembros deben tener prioridad sobre la mercancía de terceros países, responsable del empobreciendo de los agricultores y ganaderos de nuestras naciones y del debilitamiento de Europa como potencia industrial”. La actual UE dice todo lo contrario al estar al servicio del globalismo.