En la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales entre el socialista Sergio Massa y el liberal Javier Milei, los argentinos han dicho claramente ¡Basta! Basta al saqueo y a la corrupción del peronismo, del kirchnerismo, del socialismo o como se le quiera llamar.
Massa es el ministro de Economía del presidente izquierdista Alberto Fernández, que ha gobernado Argentina desde 2019, llevando al extremo la época de decadencia iniciada por el socialismo peronista, una decadencia que llevó a Argentina de ser el país más rico a ser un país subdesarrollado.
Milei ha ganado las elecciones con una apuesta decidida por la libertad económica, es decir, por introducir en Argentina la receta que ha tenido éxito en otros países. Los argentinos optaban por perpetuar su ruina permitiendo que se sigan aplicando las recetas socialistas, esas que han sumido en la miseria, por ejemplo, a los venezolanos y que se están aplicando en España, o jugársela apoyando a un “melón sin calar” y digo esto porque Milei no es un político al uso, pero no tengo la menor duda de que si le dejan puede sacar al pueblo argentino del agujero, social y económico, en el que lo han metido políticos sin escrúpulos que solo han estado en el poder para “llevárselo calentito”.
Tras su victoria, los medios izquierdistas han comenzado a decir barbaridades infundadas sobre el ganador, demostrando una vez más, que son incapaces de admitir la discrepancia y que, por ello, demonizan a todo aquel que se aparta de sus dogmas, haciéndolo con un fanatismo y una intolerancia obscenos, al socialismo solo le va el pensamiento único, jamás han aceptado el pluralismo ideológico que debe imperar en toda democracia.
El País, Eldiario.es, Público, El Plural, The New York Times, The Guardian, todos llaman a este liberal, a Milei, ultraderechista o hasta libertario de ultraderecha, además de decir la barbaridad de que “Argentina se acerca al precipicio” cuando los suyos la llevaron a él hace décadas. Y dicen todas esas barbaridades, simplemente, porque hoy Argentina sale de las redes de influencia de dictaduras como Cuba, Venezuela, Rusia o Irán.
Terminaré diciendo, que todos estos medios, progres o izquierdistas, jamás, nunca llaman «ultraizquierda» ni siquiera a las dictaduras comunistas ni a sus partidarios en Occidente, entre ellos, varios ministros del antiguo y del nuevo Gobierno de Sánchez. El evidente que en Argentina ha ganado, de entrada, la libertad, ahora falta ver si eso se traduce en políticas que le devuelvan a los argentinos el bienestar perdido.