En buena lógica, los países del mundo libre, las naciones democráticas occidentales, no deberían permitir lo que pretende la Rusia de Putin. Desde la desaparición de la URSS, sus repúblicas se hicieron independientes y recuperaron su soberanía, y desde ese preciso momento, eran supuestamente libres de tomar sus propias decisiones. Pero para el imperialismo ruso, parece que eso no es así.
Si sumamos al ansia expansionista ruso, la intención de varias repúblicas ex soviéticas, de solicitar la entrada en la OTAN, el cóctel se torna explosivo y por algún sitio tenía que explotar, ese honor le ha correspondido a Ucrania.
Tengamos en cuenta, que las únicas potencias militares occidentales son EEUU y Reino Unido, y que la aportación a la Alianza Atlántica de los demás miembros, entre ellos España, es más testimonial que otra cosa. No olvidemos que Rusia posee una capacidad militar capaz de tomar Ucrania y derrotar a los contingentes occidentales en apenas una semana, si así lo quisiera. La gran pregunta es ¿Si Rusia comienza la más que posible invasión, que harán las tropas de los países con menor entidad militar que tienen, gobiernos y sociedades plagados de pacifistas y antimilitaristas de pega, que en realidad son pro rusos? Y las sociedades norteamericana y británica ¿Cuántos muertos estarían dispuestas a aceptar? Mucho me temo que otro Afganistán es posible, que otra huida con el rabo entre las piernas es posible.
Nos guste más o menos escucharlo, la vieja y decadente Europa, como la llaman, hace tiempo que es incapaz de defenderse por sí sola de sus enemigos del sur y del este, y precisamente por eso, siempre recabó la ayuda de los EEUU en las grandes guerras.