Nadie elige ser imbécil, pero sí te eligen para ser ministro. Cada vez que este inútil dice algo “sube el pan” y la ha vuelto a liar, si en su día atacó a nuestra gallina de los huevos de oro, al Turismo, después atacó a los agricultores, y ahora a los ganaderos, haciendo unas declaraciones que perjudican gravemente al sector y a la Economía española.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha desatado la ira de los ganaderos y del sector cárnico en general por arremeter contra la exportación de carne española tras asegurar en una entrevista en el diario británico, The Guardian, que las granjas españolas «contaminan el suelo, el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados». No se pueden decir más barbaridades en tan pocas líneas, ni hacer tanto daño.
Garzón ha rebasado cualquier límite tolerable para un ministro del Gobierno de España. Por ese motivo, las principales asociaciones agrarias y ganaderas, y los presidentes autonómicos de Castilla y León y Aragón ya han pedido su dimisión.
Sabíamos que Garzón no quiere que comamos carne, ahora, que tampoco la exportemos, también sabemos que no va a dimitir, el dirá ¿cuándo un tipo como yo va a volver a ser ministro? y se aferra al sillón, sabedor de que Sánchez no lo va a cesar, al no querer cabrear a su principal socio y ver peligrar seguir habitando su lujosa mansión monclovita, esa que le pagamos entre todos. No olvidaré nunca cuando afirmó que su modelo de consumo era el cubano, allí se come poca carne, y la poca que se consume lo hacen, los dictadores y sus acólitos, el pueblo no puede, pasa hambre.